Luego de lacrimógenas veladas, caminatas en solitario, explosivos y húmedos recuerdos y la cuasi obligatoria revisión de tarjetas, cartas, fotos, postales y demás chucherías que se intercambian en una relación, cuando ésta se termina y se dejan atrás las horas, días, meses y quizá años compartidos con ‘esa’ personita especial, ¿qué es lo que sigue? ¿Acaso comerse el sapo y aceptar que ahora podemos ser amigos? No es tan fácil, pero ponte a pensar realmente, ¿porqué no podríamos serlo?
Enumerar y tratar de justificar las causas de una ruptura amorosa es una muy buena manera de entretener el tiempo mientras se está parado –solo- haciendo cola para entrar al cine un martes por la noche. Lo real e importante es que ahora se juega en solitudine, mientras que la contraparte quizá esté camino a tener la mejor relación amorosa de su vida, pero OJO, no contigo, porque para eso ahora son amigos y te puede pedir hasta un consejo.
Cuando uno termina la relación, la propuesta de una amistad a posteriori suena cool y hasta madura. Uno asume que si se tuvo algo tan bonito, porqué ello no puede convertirse en la más sincera de las amistades. Pamplinas, cuando hubo fuego y si acaso hubo harto, cenizas quedan. Y las ganas, quizá durmiendo el sueño de los justos y angustiados, están ahí. Entonces puede abrirse una bisagra, y podrías terminar convirtiéndote en un amigo cariñoso y hasta quizás no muy a tu pesar.
Amistad bilateral: una bajo los parámetros de una buena conversa y sincera escucha y otra con derecho a roce. Ambas parten de un sentimiento, que se asumió puro y sincero, pero que ¡oh!, por esas cosas, del destino y de los intereses, no pudo continuar.
Pero qué ocurre cuando uno recibe la oferta de amistad por delivery. Debemos acaso actuar con cabeza fría, (frialdad que no sabemos de dónde sacar), asumir con toda la conciencia del mundo que dentro de su lista de contactos en el messenger ya hemos perdido una posición privilegiada y esperar que la próxima vez que nos veamos, la saliva no nos juegue una mala pasada y discurra por nuestra garganta antes que la mirada de carnero degollado que peguemos sea percibida como una señal de que aún es muy pronto para poder ser amigos.
Paciencia y buen humor resta por practicar pues la simplicidad con la que se tomen las cosas se puede malinterpretar. Dicen que la distancia es buen aliado, buen punto si se toma en cuenta que las aguas deben volver a su cauce pues tras la alharaca del rompimiento, cabe la posibilidad que los pedacitos se puedan juntar o no, ello sólo sucede cuando no se le mete floro al corazón y se está preparando para ofrecer el hombro al ex sin que éste o ésta se ofrezca en bandeja.
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